miércoles, 6 de noviembre de 2013

Un poema de Joaquín Gálvez





ELOGIO DEL PAYASO

 
Que tu rostro de coloretes baje

como dulce relámpago donde asir la esperanza.

Que no deje de desbordarse tu mueca:

único tigre curándonos la fiebre.

Y que siga la función, señor, que siga;

que al menos, esta noche,

Dios estrangule su pesadilla-puede en tu noche restaurar

su omnipotencia-.

Nosotros: solsticio sin rotación. Adentro, bien adentro:

tripas de tu pirueta. Alegres,                 (¡más alegres!):

                                                                    esta noche

nos ha devuelto un dedo

el cadáver que nos crece en el archivo.

Por eso brinque, señor, brinque, a carcajadas,

en lo más mono

                              de lo humano:

                                                           extraviada estatuilla,

                                                           hallazgo de la inocencia.

Reconozcamos que el ser es eso (sólo eso):

alazán que canta, que delira, cruzando

    las nubes.

Y monee otra vez, señor, monee,

pues todo ha sido un fraude,

oscura urna que nos hizo un

( 

                                                              ).

¡Mentira! Nunca fuimos Historia:

                                           decapitada, histérica guillotina de

                    la Historia.

Que sólo ahora existe un retorno

a nuestra porción de hierba.

Pero siga la función, señor, siga;

afirmemos que la vida es eso (sólo eso):

un circo eternamente abierto.

Y danos otra oportunidad.

“¡Que, por una noche, este rostro

sea su pirueta!”

Comprenda, nos urge deshabitar el ayuno,

todo ese calendario de agonía,

en que entontecimos aplaudiendo al caudillo.

 
Poema perteneciente al libro Alguien canta en la resaca ( Término Editorial, Cincinnati, 2000)
 

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